El proyecto de Catalunya se enfocará en las telecomunicaciones, aumentando la cobertura de 5G para Internet de las Cosas (IoT), la observación de la tierra, y servicios propios de la Generalitat. Anuncios por una inversión inicial de 18 millones de euros.
El Consell Executiu de la Generalitat aproó el 27 de octubre un proyecto para impulsar la industria espacial en Catalunya que incluye a creación de una Agencia Espacial de Catalunya y el lanzamiento de dos nanosatélites en la primera mitad del 2021. El proyecto, de cinco años de duración, prevé lanzar seis satélites, con una inversión pública de 18 millones de euros, que en parte podría cofinanciarse con fondos europeos.
El conseller de Polítiques Digitals, Jordi Puigneró, ha explicado que la Agencia Espacial de Catalunya será la encargada de gestionar tota la estrategia espacial del Govern, que ya ha puesto en marcha el proceso de licitación para lanzar los dos primeros satélites, en la primera mitad del año que viene. El proyecto, en el que colabora el Institut d’Estudis Espacials de Catalunya (IEEC), tiene un presupuesto de 2,5 millones de euros.
La Generalitat prevé su uso en telecomunicaciones, aumentando la cobertura del 5G para el Internet de las Cosas (IoT), observación de la tierra, y para servicios propios de la Generalitat, por ejemplo en el control antiincendios y rescates en espacios naturales y zonas aisladas. El proyecto, aseguró Puigneró, estará abierto a las empresas, que se encargarán de diseñar y lanzar los satélites y posteriormente de desarrollar servicios sobre la conectividad que aporten.
Puigneró se mostró confiado en que la estrategia espacial catalana no invade las competencias del Estado, que se limitan a la atmósfera terrestre. “El Espacio es como las aguas internacionales”, recordó Puigneró, y los satélites, además, se lanzan en los centros espaciales, ubicados todos a lo largo del ecuador terrestre.
La estrategia espacial de la Generalitat se centra en desarrollar el sector tecnológico del llamado “New Space”, que desarrolla y lanza pequeños satélites, conocidos como nanosatélites, que tienen el tamaño de una caja de zapatos o un microondas. Por su bajo coste –a partir de medio millón de euros–hay un boom mundial de lanzamientos de estos dispositivos: se prevén 3.500 en los próximos cinco años en todo el mundo, que llevarán al sector a facturar 4.000 millones de euros. “Así como Catalunya fue un país industrial en el siglo XX, hemos de conseguir que sea en este siglo un país digital”, aseguró Puigneró.
“Llevamos meses trabajando en esta estrategia, que quiere reforzar el peso de Catalunya en uno de los sectores del futuro, como ya hemos hecho con el despliegue de la fibra óptica, la Agencia de Ciberseguridad o el Centro de Blockchain”, señaló Puigneró.
A su juicio el nuevo sector presenta oportunidades laborales y económicas, de manera que a su juicio “cada euro de inversión puede multiplicarse por 15” y lograr que el sector mantenga 1.200 puestos de trabajo y alcance una facturación de 280 millones de euros en cinco años.
Con solo dos satélites, señalaron los responsables del Departament, algunas funciones ya podrían ser operativas. De los 18 millones de inversión que requerirá el proyecto “New Space”, aproximadamente la mitad irá a las licitaciones de los nanosatélites. La Generalitat prevé que el proyecto cuente con financiación europea a través del Feder (Fondo europeo de Desarrollo Regional) por su impacto económico en las zonas rurales.
Puigneró explicó que Catalunya cuenta ya con empresas y organismos relevantes en el sector de los nanosatélites y destacó especialmente Sateliot, empresa fundada el año pasado por Jaume Sanpera, y Open Cosmos, empresa con sede en Oxford fundada en 2015 por un exestudiante mallorquín de la UPC, Rafel Jordà. Junto a ellas destacó Pangea o Zero2Infinity. Catalunya cuenta también con 13 centros de I+D en particular el UPC NanoSat Lab, el Institut d’Estudis Espacials de Catalunya (IEEC), así como uno de los centros de incubación de negocios de la Agencia Espacial Europea, la ESA BIC Barcelona, ubicado en Castelldefels.
Fuentes: La Vanguardia