Soberanía Satelital Tecnología Espacial

Un libro de «Ciencia Joven» dedicado a la proeza de tener satélites argentinos

El profesor de física y biólogo Ricardo Cabrera aborda en forma amena el logro de la industria

El profesor de física y biólogo Ricardo Cabrera aborda en forma amena el logro de la industria espacial nacional, presta a colocar en órbita geoestacionaria al Arsat-2, cuyo lanzamiento está previsto para mañana en Guyana.

El lanzamiento al espacio de los primeros satélites de telecomunicaciones argentinos Arsat motivó un libro de la colección Ciencia Joven.

Se trata del libro «Satélites: de la Luna al Arsat», editado por la Editorial Universitaria de Buenos Aires Eudeba, que plantea las preguntas básicas y las respuestas sencillas de cómo funcionan, diseñan, fabrican, lanzan al espacio y hacen orbitar los aparatos que ampliarán la comunicación en América e interconectarán todo el país.

“La pisada que le corresponde al Arsat-2 -que ocupará la posición orbital 81 grados Oeste y abarca amplios territorios de América, incluido el Norte- abre un abanico de nuevos desafíos comerciales y culturales inéditos en nuestro país”, reivindicó Cabrera durante un diálogo con Télam en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, donde el autor enseña e investiga.

¿Por qué un satélite geoestacionario debe colocarse a 36.000 kilómetros de distancia de la Tierra? Porque es a esa altura a la que completa una vuelta cada 24 horas (período) en sincronía con el planeta, que es lo que le permite conservar la posición en el mismo punto.

Así, el satélite “es una transmisor puesto en la punta de una ‘torre’ de 36.000 kilómetros de altura, sólo que sin necesidad de construir la torre”, propone Cabrera al lector, ofreciendo una representación que acerca a entender el concepto de una tecnología compleja aunque no incomprensible.

Los satélites geoestacionarios sólo pueden habitar una órbita, y esa órbita puede estar sólo sobre el plano ecuatorial, restricción que deja un espacio finito para llenarlo de satélites que ‘viven’ en movimiento, a una velocidad de 11.000 kilómetros por hora.

Según sus funciones, hay satélites científicos, meteorológicos, de comunicaciones, de televisión, de navegación (GPS), de rescate, de observación terrestre, militares y de defensa.

Ricardo Cabrera nació en 1957, es biólogo investigador en neuroquímica, profesor de Física en el Ciclo Básico Común de la Universidad de Buenos Aires, y dirige desde hace 20 años la revista de divulgación científica ExactaMente, publicada por la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales.

Investigador de neurología, integra un equipo liderado por el investigador independiente del Conicet Roberto Etchenique, que desarrolla “neurotransmisores enjaulados” como herramienta de investigación que permite ver cómo funcionan los circuitos neuronales, ‘prendiendo’ y ‘apagando’ cada contacto con luz láser.

El físico relató que escribir sobre el tema satelital le encantaba “por la patriada que significó el emprendimiento de Arsat, que es formidable y envidiable; ví que no había libros de satélites en lengua castellana, y el único que había, era editado también por Eudeba hace 50 años, cuando recién se lanzaba al espacio el Sputnik“.

Más de medio siglo después, la serie de tres satélites Arsat -el 1 en órbita triunfal, el 2 próximo a lanzarse y el 3 en gestación- implica para Cabrera “una sorpresa enorme por la proeza que significa haberlo logrado prácticamente arrancando de cero, porque son conocimientos que los que tienen el ‘know how’ (término técnico que refiere a cómo se hace), no comparten” el conocimiento.

“Esta realización nos maravilla y sería un enorme pecado no sostener un plan que arrancó de una mirada visionaria, y el haber tenido confianza en nuestros técnicos, empresarios y científicos para que se haga realidad”, reflexionó.

Con un discurso lógico que permite entender la progresión de la historia, Cabrera usa razonamientos y lenguaje que siendo de dominio público, no desmerecen la calidad del mensaje y permiten visualizar lo que propone el autor como desafío de conocimiento.

“Trato de proponer un lenguaje y nivel de entendimiento para el inicio de la carrera, donde soy profesor del Ciclo Básico Común y doy Física partiendo de que muchos nunca tuvieron la materia, por lo que tengo que entrar con imágenes y estrategias para que la gente no se quede afuera de temas importantes”, contó.

“Yo trato de enseñar Física en los cursos tratando de explotar al máximo esa intuición de los chicos con la física cotidiana, a partir de modelos sencillos, porque si la enseñamos sólo con fórmulas, termina siendo letra muerta carente de contenido”, dice, aunque el autor no resignó el lujo de incluir en el libro la tercera ley de Kepler, que resulta un premio al lector desprejuiciado.

El libro culmina con el futuro de la historia del Plan Nacional Espacial argentino, que sumará amplios objetivos, incluidos los propios medios para lanzar satélites fabricados en el país.

“Hace 12 años nuestros ingenieros manejaban taxis, hoy manejan satélites”, celebró Cabrera, que ya prepara un nuevo libro con los fascinantes recursos que la tecnología nacional depara al futuro.

 

Fuente: telam.com.ar