Inmarsat celebró su 40 aniversario. Nota de Rupert Pearce, CEO de la compañía, sobre el futuro de las comunicaciones satelitales. 5G, IoT, inclusión digital, regulación y educación, algunos de los temas analizados
Por Rupert Pearce, CEO de Inmarsat
La celebración del 50 aniversario del alunizaje del Apolo 11, sin duda uno de los mayores logros de la historia de la humanidad, sirve como recordatorio de la necesidad de sensibilizar acerca de los crecientes desafíos que enfrenta nuestro mundo, desde una cada vez mayor división y polarización geopolítica, hasta las fuertes presiones que existen sobre nuestro medio ambiente, incluido el cambio climático.
Esta semana, momento en el que Inmarsat celebrará su 40 aniversario, representa una excelente oportunidad para la reflexión. Es un gran momento para recordar cómo llegamos hasta donde nos encontramos hoy, y para mirar hacia adelante y preguntarnos qué tan bien preparados estamos para asumir los retos y oportunidades de los próximos 40 años. Claro que, al momento de contemplar qué nos depara el futuro, no basta con examinar exhaustivamente nuestras metas comerciales y financieras, sino que también resulta necesario pensar más allá de estas para reflexionar sobre los objetivos y valores fundamentales de Inmarsat y preguntarnos específicamente: ¿Qué estamos haciendo para ayudar al mundo a hacerle frente a sus más grandes desafíos y abrirse nuevas y emocionantes posibilidades?
El papel de la conectividad al servicio de una emergente sociedad digital global y, vinculado a esto, el rol cada vez más amplio de la industria de las comunicaciones satelitales, es uno de los mayores retos a los que nos enfrentamos.
Considero que estamos dejando atrás los tiempos cuando nos considerábamos un nicho y, cuando éramos una industria relativamente invisible desde una visión general global.
Ahora estamos ingresando a una era definida por una sociedad digital global permanentemente activa y conectada, alimentada no sólo por las interacciones de persona a persona, sino que también por las interacciones entre personas y máquinas o entre máquina y máquina. Vamos camino hacia un planeta en el que el potencial humano se ve fundamentalmente alimentado por redes de comunicación densas, diversas, interoperables, sumamente confiables y seguras. Ya estamos viendo cómo las redes de próxima generación están transformando una gran variedad de mercados y llevando los beneficios de la banda ancha a miles de millones de personas. Este proceso se acelerará con la llegada del 5G, lo que supondrá un cambio radical en lo que hace a cobertura, capacidad y consumo energético, así como en los servicios del IoT.
Esta emergente sociedad digital no será posible ni sostenible de no ser por las telecomunicaciones satelitales entretejidas dentro de su infraestructura. La comunicación por satélite llevará el 5G a los mares, los cielos, así como las zonas rurales y remotas, lo que tendrá un impacto considerable en América Latina y otras regiones en desarrollo alrededor del mundo.
En lo que respecta a industrias que a menudo operan en localidades remotas, como es el caso del sector minero o el del petróleo y gas, ambos de enorme importancia para múltiples economías latinoamericanas, el papel de los satélites y del Internet Industrial de las Cosas (conocido por las siglas IIoT), no hará más que crecer en importancia. Sumará resiliencia y seguridad a las redes terrestres y añadirá importantes capacidades complementarias como la radiodifusión, la navegación de precisión y los servicios de observación de la Tierra. Los gobiernos y los responsables políticos no quieren una sociedad 5G dirigida únicamente a las élites urbanas, o a las economías desarrolladas, y no hay forma de que la sociedad digital avance con redes frágiles o inseguras. El éxito a nivel político y comercial exigirá, por consiguiente, una alianza de las distintas tecnologías y capacidades, siendo la industria satelital un importante elemento que contribuirá a lograr esto gracias a sus capacidades singulares.
Gran parte del foco en 5G, al menos en lo que respecta a los medios de comunicación generalistas, ha sido puesto sobre nuevos dispositivos personales y ciudades inteligentes, por mencionar algunos ejemplos. Si bien estos son temas importantes, no cuentan toda la historia.
Se ha puesto poca atención sobre las industrias que sirven para unir los puntos. Los sectores de la economía que están posibilitando que la economía global emergente funcione – las redes de transporte, las cadenas de suministro y muchos otros sectores que abarcan la movilidad global, los cuales representan el segmento de mayor crecimiento en la comunicación satelital.
La billonaria industria marítima mercante está pasando por una gran revolución gracias a la llegada del “transporte marítimo inteligente”, las aeronaves conectadas se están volviendo la norma, los gobiernos están colocando las comunicaciones móviles globales y ágiles al centro de sus capacidades básicas, y una diversidad de sectores industriales terrestres se están reinventando gracias al poder del IoT. Lo que es más importante aún, las redes de comunicaciones pueden incluso contribuir a la descarbonización de nuestro medio ambiente para ayudar a dejar un mundo más sano a nuestros nietos.
Estoy plenamente convencido de que apenas estamos empezando a entender el impacto que tendrá la sociedad digital en nuestro mundo. De la misma forma, estoy convencido de que empresas como Inmarsat, organizaciones con décadas de historia, tienen un futuro infinitamente más emocionante y dinámico que su pasado, y eso que este, bajo ningún punto de vista, puede ser visto como irrelevante.
En este mundo de rápido crecimiento, donde la realización del potencial humano exige cada vez más que las personas y las cosas estén conectadas, la importancia y el papel de las telecomunicaciones móviles por la vía satelital, se vuelven más atractivas que nunca.
Claro que con estas enormes oportunidades también se presentan grandes desafíos, con dos importantes obstáculos que se me vienen a la mente.
El primero de estos es cómo podemos facilitar una mayor colaboración para detonar la innovación tecnológica. El IoT y la verdadera conectividad mundial conllevan inevitablemente obstáculos tecnológicos complejos que requerirán de la colaboración entre varias partes para ser resueltos. La industria, los gobiernos y las autoridades normativas deben trabajar codo a codo en múltiples regiones geográficas para resolver estas complejidades y ayudar a unir los puntos de la conectividad global.
Distintas alianzas de mutuo beneficio serán necesarias, en cuestiones relacionadas con la compatibilidad, la normalización y la armonización. Aquí no hay una solución que lo resuelva todo. No cabe duda de que la regulación desempeñará un importante rol, pero fundamentalmente será necesario un cambio de perspectiva para que las industrias adopten un enfoque compartido y no combativo en la solución de problemas.
El segundo obstáculo para la industria radica en la educación y en mejorar la diversidad y la inclusión.
No debemos olvidar que es esencial contar con educación y diversidad para que la idea de una sociedad digital pionera se convierta en una realidad. Queremos garantizar que tanto la industria como los gobiernos trabajen de cerca para promover la enseñanza y el conocimiento de la ciencia, la tecnología, la ingeniería, y las matemáticas a la próxima generación, para asegurarnos que la fuerza laboral de la industria sea realmente incluyente y contemple la diversidad que existe en el mundo al que pretende llegar. Después de todo, se puede argumentar que la próxima generación enfrentará retos aún mayores que los que enfrentamos nosotros a la hora de garantizar un mundo conectado de forma segura.
Pase lo que pase, la sociedad digital emergente sin lugar a duda nos sorprenderá y asombrará. Desde Inmarsat, esto nos brinda renovada energía y vigor mientras celebramos el inicio de nuestra quinta década de vida. Este es un sentimiento que veo a lo largo de toda la industria y entre nuestras comunidades de asociados.
Sobra decir que intuyo que los próximos 40 años serán los más emocionantes a la fecha.