Observación

SAOCOM-1B alcanzó su órbita definitiva

A lo largo de dos meses, CONAE realizó 27 maniobras de propulsión de diferentes duraciones para ubicar al satélite junto a su gemelo SAOCOM 1A. Comienzo de la etapa de calibración final del sensor radar, para luego entrar en servicio operativo.

La Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) en el ámbito del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación (MINCyT), informa que el satélite SAOCOM-1B esta semana alcanzó su órbita definitiva, luego de los chequeos y revisiones realizadas tras haber sido lanzado el 30 de agosto pasado.

Con este nuevo hito, la Argentina completó, junto al SAOCOM-1A, la primera constelación de satélites SAOCOM de observación de la Tierra con radar de microondas. A partir de ahora comienza la etapa de calibración fina del sensor radar, la enorme antena de 35 metros cuadrados desarrollada en la Argentina, para que esté operativo entre febrero y marzo de 2021, y comience a brindar servicios a nuestro país y exportar imágenes satelitales a otras naciones del mundo, indicó la CONAE en un comunicado. Sus principales productos, como el Mapa de Humedad de Suelos, están destinados al sector agropecuario, a la gestión de emergencias ambientales y a numerosas áreas productivas.

“Estamos muy contentos porque logramos llegar a la órbita definitiva en los tiempos que se planearon, sin ninguna contingencia. Fue un trabajo intenso que demandó dos meses de tareas, con un equipo de profesionales muy coordinado”, informó Lucas Bruno, Jefe de Operaciones de la Misión SAOCOM. “Ahora vamos a adquirir imágenes en diferentes lugares de la tierra con cada uno de los 54 submodos de configuración del satélite y luego las analizaremos para avanzar en la calibración fina del sensor”, añadió.

En SAOCOM-1B se lanzó unos 15 kilómetros por debajo del resto de la Constelación para evitar colisiones que pudieran poner en riesgo la Misión. Para subirlo hasta su órbita definitiva, ubicada a una altura aproximada de entre 620 y 622 km de la Tierra, los ingenieros e ingenieras de CONAE debieron hacer maniobras cada tres días coordinadas entre el Centro de Control de Misión, en el Centro Espacial Teófilo Tabanera de Córdoba; el Equipo de Órbita (CODS) de CONAE, ubicado en la ciudad de Buenos Aires; y Space Debris Office, de la Agencia Espacial Europea (ESA). En total, durante estos últimos dos meses se realizaron 27 maniobras, consideradas como actividades críticas.

Bruno comentó que, si bien durante el resto de la vida útil del satélite se van a realizar otras maniobras similares, éstas en particular se destacaron por la extensión: “En estos dos meses hicimos maniobras muy largas, con propulsiones que muchas veces fueron de más de 100 segundos. Una vez alcanzada la altura deseada, las maniobras de mantenimiento de órbita van a ser mucho más cortas, de entre 5 y 10 segundos”, especificó.

Cada una de estas maniobras representó un desafío por la necesidad de ubicar el satélite en la altura adecuada, en relación a los demás satélites que conforman la constelación. En este sentido, explicó que, como si fuera el vagón de un tren, el SAOCOM-1B debía quedar alineado en el espacio con su hermano gemelo SAOCOM-1A, y con los cuatro satélites de la constelación COSMO-SkyMed, de la Agencia Espacial Italiana (ASI), que junto a los argentinos conforman el Sistema Italo Argentino de Satélites para la Gestión de Emergencias (SIASGE). “Si el tren pasaba y no llegábamos a la órbita en el momento justo, hubiéramos tenido que esperar mucho más tiempo para poder sincronizar el SAOCOM 1B dentro de la constelación”, comentó, y agregó: “Los satélites quedan en el mismo plano orbital, uno a 180° del otro. Como si fuera un reloj, uno siempre está a seis horas del otro”.

El propulsante es un elemento clave en las misiones satelitales ya que es un factor que limita su vida útil. Generalmente cuando un satélite se queda sin la posibilidad de corregir su órbita, utilizando sus motores, se vuelve inútil para el objetivo para el que fue diseñado. Las maniobras realizadas por el SAOCOM-1B que, si bien demandaron más encendidos que lo habitual para un satélite de observación de la Tierra, estarían dentro lo definido en la misión y no comprometería su vida útil de diseño de 5,5 años.

Fuentes: CONAE