Varios satélites han obtenido imágenes de los dos grandes icebergs que se desprendieron de la Barrera de Hielo Nansen en la Antártida el 7 de abril de 2016. Tanto la ESA como la NASA han publicado impactantes escenas sobre este fenómeno.
Una fractura en la Barrera de Hielo Nansen, ubicada en la Antártida, dio lugar a dos extensos icebergs a comienzos de abril, que se desplazan hacia el noreste, impulsados por el viento, las mareas y las corrientes oceánicas.
Según informa la Agencia Espacial Europea (ESA), los expertos afirmar que no constituyen una amenaza inmediata de bloqueo de las rutas de suministro para las estaciones de investigación ubicadas en la Bahía de Terra Nova, aunque sí pueden peligrar los amarres al suelo marino en la zona.
La Barrera de Hielo Nansen, de 50 por 25 kilómetros, desarrolló una fractura en los últimos años. Las barreras de hielo son particularmente sensibles al cambio climático porque pueden derretirse a partir del aire cálido en la superficie y las aguas tibias del océano que se encuentran debajo de las mismas.
La progresión de la fractura fue captada por el instrumento OLI a bordo de la misión Landsat 8 de la NASA en diciembre de 2013 y de 2015.
En marzo de 2016 las imágenes ópticas obtenidas por el satélite europeo Sentinel-2A y aquellas de radar captadas por Sentinel-1A, junto con las imágenes de la misión italiana Cosmo-Skymed, mostraron que el frente de hielo estaba apenas adherido a la plataforma.
El 6 de abril de 2016, la fractura había alcanzado unos 40 kilómetros de largo, antes de partirse el frente de hielo ubicado entre la Isla Inexpresable al norte, y la lengua de hielo Drygalski, al sur.
El satélite Terra de la NASA, a través de su sensor MODIS, observó el desprendimiento, ocurrido el 7 de abril, a partir de fuertes vientos persistentes en las costas. Dos días después, Sentinel-1A confirmó la ruptura.
La fractura separó la plataforma de hielo a lo largo, dando lugar a dos icebergs de aproximadamente 10 y 20 kilómetros de largo y 5 kilómetros de ancho. Su espesor se estima en unos 250-270 metros. De los dos, sólo uno tiene el tamaño suficiente para ser nombrado y seguido según los criterios del Centro Nacional del Hielo de los Estados Unidos. Se llama C33.
Este caso constituye un interesante ejemplo de la importancia que tiene la combinación de los datos obtenidos por diferentes misiones satelitales para el monitoreo de fenómenos ambientales. Imágenes ópticas y de radar, con distintos niveles de resolución espacial y temporal han permitido observar y dar seguimiento a este evento, demostrando la relevancia que la tecnología satelital posee como fuente de datos para el estudio de este tipo de sucesos.
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