Los satélites de ARSAT no fueron autorizados ni en Brasil ni en México. En Argentina se autorizaron en los últimos dos años 4 satélites brasileros y 4 mexicanos a pesar de que la normativa exige reciprocidad en el trato.
Los diputados nacionales de Argentina Rodrigo Rodríguez y Adrián Eduardo Grana del Frente para la Victoria – PJ realizaron un pedido de acceso a la información pública (Ley 27.275) al operador satelital ARSAT solicitando información sobre distintos elementos de la actualidad de la empresa satelital estatal argentina.
Una de las consultas realizadas por los diputados estuvo orientada hacia los permisos que la empresa obtuvo para sus satélites para brindar servicios en el exterior. Este punto es relevante puesto que en los últimos dos años y medio en Argentina se produjo una avalancha de autorizaciones de satélites extranjeros forzando la normativa vigente mientras que los satélite de ARSAT no obtuvieron el mismo trato en la búsqueda de nuevos mercados.
Cielos Abiertos
Desde diciembre del año 2015 se autorizaron en la Argentina 23 satélites de bandera extranjera al mismo tiempo que se suspendía de forma indeterminada la fabricación de ARSAT-3, tercer satélite de la flota de ARSAT, cuyo lanzamiento estaba previsto para el año 2019 y forma parte del cronograma establecido en el Plan Satelital Geoestacionario Argentino 2015-2035 aprobado por el Congreso de la Nación en el año 2015 mediante la Ley 27.208 de Desarrollo de la Industria Satelital.
Estos 23 satélites, de propiedad de los operadores satelitales globales Intelsat, SES, Telesat, Hispasat, Eutelsat y Directv, fueron autorizados a partir del Reglamento de Gestión y Servicios Satelitales actualmente vigente y que fuera aprobado en el año 1999 mediante la resolución 3609 de la ex Secretaría de Comunicaciones de la Nación.
El Reglamento impone un régimen denominado de “Exclusividad y Competencia” que consiste en proteger al operador nacional (ARSAT), prohibiendo la autorización de nuevos satélites a operar en territorio argentino mientras el operador nacional disponga de capacidad ociosa sin comercializar en sus satélites. Además, en el caso de autorizarse nuevos satélites, debe existir un acuerdo de reciprocidad firmado entre Argentina y el país de bandera del satélite a autorizar para que este puede brindar servicios sobre el país.
Argentina tiene firmados acuerdos de reciprocidad con Países Bajos, España, Estados Unidos, Brasil, México y Canadá. La firma de estos acuerdos se realizó principalmente entre 1999 y 2002.
En relación a la reciprocidad, el Reglamento establece en su Artículo 24:
El Acuerdo de Reciprocidad a suscribirse con esta clase de administraciones deberá garantizar que las condiciones para la provisión de servicios y facilidades satelitales sean idénticas para los operadores y prestadores de ambos países, de manera tal de garantizar que exista reciprocidad de tratamiento para con los operadores de los Satélites notificados por la Administración Argentina en el territorio de la administración notificante de satélites no argentinos en condiciones de ofrecer facilidades en el territorio nacional por imperio tales acuerdos.
Argentina opera actualmente dos satélites. ARSAT-1, lanzado en 2014, solo brinda servicios en Argentina, Uruguay, Paraguay, Chile y parte de Bolivia. ARSAT-2, lanzado en 2015, tiene una pisada continental llegando incluso al sur de Canadá. Paradójicamente, ningún satélite de ARSAT puede brindar servicios en España ni en Países Bajos ni tampoco los satélites futuros planificados.
Una reciprocidad muy particular
Según la respuesta al pedido de información de los diputados elaborada por ARSAT, el satélite ARSAT-2 se encuentra autorizado solamente en los Estados Unidos, Canadá y Paraguay, mientras que otros pedidos de autorización se encuentran en trámite. El satélite ARSAT-2 puede vender servicios en México y Brasil, pero ninguno de estos dos países autorizó, hasta el momento, los servicios del satélite argentino en su territorio a pesar de las gestiones de la empresa.
En el caso de Brasil, según la respuesta al pedido de acceso a la información pública, la empresa expresó que ante su solicitud de brindar servicios en territorio brasileño se le exigió el pago de un “precio público” y la obligación de constituir una empresa en el país.
Sin tener en consideración este trato diferencial, el gobierno argentino, a través de los Ministerios de Comunicaciones y de Modernización, autorizó a operar en el país cuatro satélites invocando el acuerdo de reciprocidad con los Estados Unidos Mexicanos y otros cuatro sobre el acuerdo de reciprocidad con la República Federativa del Brasil entre 2016 y 2017. Estos ocho satélites pertenecen a los operadores satelitales Hispamar (2), filial brasileña de la española Hispasat, Eutelsat Américas(4), filial mexicana de la francesa Eutelsat, Telesat (1) y SES (1).
Las autorizaciones otorgadas a los ocho satélites no impusieron condiciones a los operadores que las solicitaron para que se instalen en el país ni requirió del pago de un “precio público”.
El siguiente cuadro resume las autorizaciones concedidas entre 2016 y 2018:
Argentina no tiene una política de cielos abiertos en materia satelital. Es decir, hay una barrera regulatoria establecida para proteger al operador nacional, antes Nahuelsat y ahora ARSAT, de la competencia de los grandes operadores globales que disponen de potentes flotas con decenas de satélites.
En el artículo 19 de la Resolución 3609 de 1999 se establece el principio del régimen de exclusividad:
El principio que rige al presente régimen es el de proveer una exclusividad limitada por bandas de frecuencias a los sistemas satelitales argentinos, de modo tal de promover la inversión y desarrollo de satélites argentinos provistos de tecnologías de avanzada.
Sin duda alguna la política satelital implementada desde 2016 va en sentido contrario a este principio, puesto que no solo detuvo la inversión y el desarrollo de satélites argentinos sino que permitió el ingreso al mercado nacional de capacidad satelital de 23 satélites que compiten directamente contra el operador nacional.
Estas autorizaciones fueron realizadas forzando la interpretación de la regulación vigente, poniendo por encima de la exclusividad los acuerdos de reciprocidad sin recalar en el perjuicio que puede ocasionar al crecimiento de ARSAT esta avalancha de autorizaciones. El Reglamento sobre el que se fundamentan las autorizaciones está por cierto desactualizado al haber sido sancionado hace casi 20 años con todo lo que eso implica en relación al avance tecnológico y al mercado de servicios satelitales. Además, en el caso de las autorizaciones fundamentadas sobre los acuerdos de reciprocidad con México y con Brasil, estas carecerían de validez puesto que no se aplica la reciprocidad en el trato establecida en los acuerdos firmados.
Fuentes: Cámara de Diputados.