La Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), con la participación de la empresa VENG, avanza a paso firme en el desarrollo del proyecto Tronador II, el lanzador argentino que permitirá poner en órbita satélites de 500 kilogramos a una distancia de 600 kilómetros de la Tierra.
En los últimos días, el equipo técnico concluyó la fabricación de la cámara de empuje del motor RS-2, que se realiza por primera vez en el país mediante una tecnología de punta, por combinación de manufactura aditiva.
La manufactura se llevó a cabo sobre el prototipo de motor RS-2, para validar la tecnología, en las instalaciones del Centro Espacial Teófilo Tabanera, en Falda del Carmen, provincia de Córdoba, en el marco del Plan de Desarrollo de Propulsión del Proyecto Tronador, del Programa ISCUL (Inyector Satelital de Cargas Útiles Livianas). En los próximos meses se prevé fabricar con la misma tecnología, una pieza similar pero de mayores dimensiones, para el motor de segunda etapa del Tronador II, denominado RS-3, de tres toneladas de empuje.
«Con este logro terminamos de desarrollar la tecnología de manufactura aditiva y fabricamos la primera cámara regenerativa completamente desarrollada en la Argentina con esta técnica, mediante una impresora 3D y electrodeposición», detalló Brian Parola, subgerente de Vehículos Inyectores, de la Gerencia de Acceso al Espacio de la CONAE.
Además, destacó que «este es un hito importante en el desarrollo de la tecnología de manufactura de la propulsión del proyecto Tronador y demuestra el dominio de la capacidad de fabricar una cámara regenerativa funcional para el lanzador Tronador II».
La impresora 3D puede fabricar una pieza con cualquier tipo de geometría partiendo de un polvo de metal como materia prima. “Mediante un láser, la máquina va creando la pieza capa por capa, por eso es aditiva”, reveló Sergio La Ganga, responsable de Manufactura para Acceso al Espacio de CONAE.
La impresora 3D se utilizó para fabricar el interior de la cámara, compuesta por una aleación de cobre. El exterior se realizó con otra técnica aditiva, llamada de electrodeposición, con aleaciones de níquel e impresiones de acero inoxidable. En este caso, la pieza se sumergió en un baño electrolítico donde se fue depositando el material por una reacción química.
Dentro del motor del lanzador, la cámara de combustión cuenta con pulverizadores que permiten mezclar el combustible con el oxidante. A diferencia de los motores prototipos, que tenían un inyector swirl (el RS-1) y cinco (el RS-2), el motor final de segunda etapa del lanzador Tronador II (RS-3) posee 36 inyectores swirl, con lo cual se mejora la eficiencia de la combustión para impulsar el cohete.
El cohete tiene dos etapas: la primera incluye el despegue y el vuelo del lanzador hasta los 100 kilómetros de altura sobre la Tierra. La segunda etapa inicia cuando se separa de la primera etapa y sigue camino el motor que llevará al satélite hasta su órbita. Está previsto que el motor RS-3 vuele en la segunda etapa del lanzador Tronador II, junto con la turbobomba que lo alimenta y que actualmente está en desarrollo. No obstante, este motor también se utilizaría previamente en el demostrador tecnológico TII-70, un vehículo que hoy está en desarrollo.
Soberanía tecnológica
La fabricación del Tronador II es posible gracias a las altas capacidades de la CONAE y VENG, contratista principal del proyecto, y a más de 50 empresas e instituciones públicas del sistema nacional de ciencia y tecnología, como la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMDP), la Fábrica Argentina de Aviones (FAdeA) y las empresas INVAP y Valthe, entre otras.
El desarrollo del proyecto Tronador II permitirá que la Argentina complete el dominio de la tecnología espacial necesaria para poner en órbita satélites propios desde nuestro territorio, diseñados y fabricados en el país, y poder ofrecer servicios a otros países de la región y del mundo.