A nueve años del último lanzamiento tripulado desde EEUU, SpaceX lanzó para NASA la misión Demo-2 desde el Kennedy Space Center transportando a los astronautas Robert Behnken y Doug Hurley con destino a la ISS
Con el cierre de programa del Transbordar Espacial en 2011, tras la misión STS-135 del Transbordador Atlantis, Estados Unidos había perdido la capacidad de lanzar astronautas desde suelo propio. Desde entonces, NASA ha dependido exclusivamente de la agencia espacial rusa para enviar a sus astronautas al espacio para realizar sus misiones a bordo de la Estación Espacial Internacional.
Sin embargo, ese panorama cambió a partir de la misión Demo-2 de SpaceX que se lanzó el 30 de mayo por la tarde y se encuentra actualmente en órbita camino a la ISS. El lanzamiento, originalmente programado para el pasado miércoles, tuvo que ser suspendido por las condiciones climáticas.
Behnken y Hurley despegaron finalmente a las 15:22, hora local, a bordo de la cápsula Crew Dragon sobre un cohete Falcon-9. El lanzamiento se hizo desde la histórica plataforma 39A del Kennedy Space Center, desde donde despegaron las misiones Apolo, y uno de los dos utilizados durante el programa del Transbordador Espacial, y que SpaceX alquila desde 2014. En homenaje a este histórico lanzamiento, NASA volvió a adoptar para esta misión su clásico logo del gusano, sacado de circulación en 1992.
Una vez en órbita, los astronautas recibieron un mensaje de felicitaciones por parte del equipo de control del Falcon-9, a lo que Hurley, comandante de la cápsula, contestó: “Fue realmente increíble. Apreciamos mucho todo el trabajo duro y ha sido un gran viaje”. Por su parte, Jim Bridenstine, administrador de NASA, declaró: “Nueve años fueron demasiado tiempo, pero ahora tenemos una administración que apoya todas nuestras iniciativas… Durante el despegue estuve rezando todo el tiempo, rezando por Bob y Doug”.
Si bien se esperaba que el lanzamiento contara con una masiva audiencia, las estrictas medidas contra la pandemia del COVID-19 hicieron que sólo unos pocos invitados presenciaran el despegue, y todas las conferencias de prensa de los días previos se realizaron de manera virtual. Por su parte, Behnken y Hurley se sometieron a una estricta cuarentena desde el 13 de mayo para minimizar sus probabilidades de contraer cualquier enfermedad antes de su vuelo.
Demo-2 es la primera misión tripulada de SpaceX, después de un exitoso vuelo no tripulado a la ISS en marzo de 2019 y la posterior certificación de los distintos sistemas de la nave. Tras diecinueve horas en órbita, durante las cuales los astronautas verificarán los distintos sistemas de la cápsula, Behnken y Hurley llegarán a la ISS y se sumarán a su colega de NASA Christopher Cassidy, el único estadounidense a bordo de la estación espacial actualmente, para pasar a formar parte de la Expedición-63.
Si bien NASA no reveló la duración de la estadía de los astronautas a bordo de la ISS, Bridenstine aseguró que será de al menos un par de meses. En cualquier caso el tiempo máximo de la estadía no podría superar los 119 días, ya que ese es el límite de tiempo que puede permanecer la cápsula de Demo-2 en órbita para evitar la degradación de sus paneles solares. Tras el regreso de Behnken y Hurley al terminar la misión, comenzará la etapa operativa del contrato de SpaceX, que contempla seis viajes tripulados a la ISS además de este primer vuelo de prueba. El primer viaje está previsto para octubre de este año y llevará a Michael Hopkins, Victor Glover, y Shannon Walker de NASA, y también al astronauta de JAXA Soichi Noguchi.
Vuelos comerciales
Demo-2 se lanza en el marco del programa “Commercial Crew” de NASA, cuyo objetivo es contratar servicios de lanzamiento a empresas privadas para sus misiones tripuladas en órbita baja. En este sentido, tras el éxito del programa de misiones comerciales de reabastecimiento a la ISS (servicios actualmente provistos por SpaceX con su Cargo Dragon y Northrop Grumman con sus naves Cygnus, y en futuro por la nave Dream Chaser de Sierra Nevada), NASA trabajó a lo largo de la última década junto a proveedores del sector aeroespacial para el desarrollo de sus lanzadores y naves capaces de llevar astronautas a la órbita terrestre.
Hasta la llegada de Commercial Crew, NASA históricamente ha extendido contratos para la fabricación de sus distintas naves, desde el programa Mercury hasta el Transbordador Espacial, supervisando la construcción y posteriormente adquiriendo los vehículos, haciéndose cargo, además, de los lanzamientos y operaciones. Bajo Commercial Crew, en cambio, el objetivo de NASA es contratar este servicio a distintos proveedores, lo que significa un potencial ahorro de miles de millones de dólares. La iniciativa, que comenzó durante la presidencia de Barak Obama, contó con el marcado apoyo de la actual administración de Donald Trump, quien asistió al lanzamiento justo al vicepresidente Mike Pence.
De esta manera, NASA dejará de depender de la agencia espacial rusa Roscomos para enviar a sus astronautas al espacio en sus naves Soyuz, a razón de entre 80 y 90 millones de dólares por asiento, invirtiendo en desarrollar y fomentar la industria local.
Actualmente, SpaceX y Boeing son las únicas dos empresas que participan del programa Commercial Crew, con las cuales NASA ha firmado contratos por un total de 3140 millones de dólares, en el caso de SpaceX, y 4800 millones de dólares en el de Boeing con su cápsula Starliner, que se lanzará sobre un cohete Atlas V de ULA. Durante las etapas iniciales de selección varias otras empresas participaron y recibieron fondos para el desarrollo de vehículos, componentes y certificaciones, entre ellas Blue Origin y Sierra Nevada, habiendo obtenido esta última más de 300 millones de dólares en contratos para el desarrollo de su nave Dream Chaser.